jueves, 30 de octubre de 2014

Vetusta memoria.

Será mejor que vengas, mejor no tardes,
lo posible puede puede no ocurrir.
La memoria se toma su tiempo,
será mejor que no tardes.

Memoria, recuerdos, memoria.
Un plan antiguo oscurece la memoria y da luz
a los recuerdos.
Estos mismos son tibios y flácidos,
vergonzoso tras una visita de ella.

Error, memoria y otra vez error.
Error y conversar lo errado.
¡Qué verbo tan bonito!
¡Erremos! la memoria no perdona.

¿Para qué equivocarse otra vez?
Memoria, error, recuerdos y más memorias.

Será mejor que vengas, mejor no tardes,

o acabaré por olvidar mis errores, recuerdos y a ti.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Ahogado en la dualidad.

El sentimiento de un corazón roto,
ese sonido te hace sentir mi corazón;
sin esperanza cerca de mí,
perdóname por el silencio,
ese sonido te hace sentir mi destrozo.
Las aguas bravas en que has convertido esto,
no puedo ahogarme, no me dejas.
Me ahogas tú y no lo dejas de intentar.
Sabes cómo ahogarme y lo aprovechas.

El sentimiento de un corazón ebrio,
ese sonido te hace salir de mi corazón;
sin desesperanza a la que agarrarse,
perdóname por el cielo,
ese sonido te hace sentir mis lágrimas.
Las aguas tranquilas tras el paso de tus palabras,
no puedo matarme, no me dejas.
Te ahogo yo pero no puedo hacerlo.

Sabes cómo respirar mientras te ahogan… y lo aprovechas.

domingo, 19 de octubre de 2014

Por fin he acabado "Cartas al estraperlo".

Pues eso, hoy he acabado mi primer proyecto serio. He tenido que acabarlo un poco antes de lo previsto ya que iba a presentarlo a un concurso de poesía.
En este poemario de treinta poemas recojo experiencias propias con una narración poética que disfraza lo que sentí con aquellas experiencias. Se podría decir que hay un poco de mí en cada poema, sobre todo hago hincapié en la dualidad de tus actos, separar entre corazón y mente que como sabrán más de uno, no siempre van de la mano.
Ahora tengo que esperar el fallo del jurado y en cuanto sepa algo, intentaré haceros llegar este proyecto.

Un saludo.

miércoles, 15 de octubre de 2014

"Bailar con el azar" con Gonzalo Mariñas

He de aclarar que todos estos poemas con colaboración de mi gran amigo Gonzalo Mariñas, pertenecen a un poemario de veinte poemas aún por acabar. Lo expuesto en este blog son todos los existentes hasta el día de hoy.
El procedimiento de cada poema, es quedar en un bar; junto con "Consideraciones acerca del pecado" de Franz Kafka, elegir una palabra al azar y redactar un poema con algo relacionado ( o no ) con esa palabra, pero casi siempre la palabra está implícita. Dicho esto, decir que este poemario cuando esté listo se subirá íntegro a internet para el que desee leerlo :).

Un saludo.

Camino de tena, dulce aroma a... (con colaboración de Gonzalo Mariñas)

Ensimismado por poco tiempo.
Hoy cruzo en la línea del día. En mi rutina paulatina,
hoy me hallo en la calle del silencio.
¿Estar tranquilo? ¿Por ese camino? Por poco tiempo.

Ahora camino hacia el destino mismo. Alejado de todo.
Todo está lejos ahora por este sendero. He dejado
todo de lado. Paulatinamente. Salí de la ciudad,
de mi hábito de vivir. Me hallo ante el peligro de la aventura.
Mi aventura.
¿Por ese camino? No lo sé, solo sé que camino hacia mí.

No miro atrás, mucho menos hacia delante.
Ni dejo migas ni recojo joyas.
Una flor de tena o su aroma moribundo es lo que hallo.
No me alejo ni miro atrás, no me asombro del camino maltrecho.

Durante mi marcha veo muchas pinturas proféticas sobre mi pasado.
Dudo de su veracidad.
El paisaje se amplía ante mí. Una bifurcación se encuentra en el camino
salpicado de flores de tena y de este aroma que me persigue.
Izquierda o derecha.
No lo sé, ¿dulce aroma o dulce tena?

Elijo azar y doy media vuelta,
mis pies rezagados vuelven a lo mismo.
Observar lo andado y contemplar vacío.
No hay camino ni pasado, soy ahora el dueño de mi destino.

Tengo miedo del camino y no lo veo con clarividencia.
El azar se torna como la cala a veces; otras, como el azabache, pero voy
sobre seguro y sé que estaré bien. Seguro. Mi rutina resulta tediosa.
Las flores son bellas. Dejo de andar. Escojo valentía. Me quedo a vivir en este camino.

martes, 14 de octubre de 2014

Bosque de pino (con colaboración de Gonzalo Mariñas).

Me miro a mí mismo y observo riquezas,
prendas viejas, barba bien arreglada.
Dos joyas por ojeras reflejan apariencia
de persona que aprecia lo que tiene.

Y realmente lo refleja. Mi barba mesada lo refleja.
Mis ropas son perfectas. Para mí.
Mis joyas son mi lastre. Orgulloso orgullo.
Esa cosa que siento cuando miro al pasado, no me arrepiento de nada.
Estoy cómodo. Ojeras que he desarrollado para mi causa.

Traspuesto constante, ojos cansados.
A solas pesan más los logros que los años.
Semblante tibio, aún con los cristales empañados
que poco a poco me alejaron de mi primera realidad.

La gente me admira, me ve a mí y a mis logros.
De repente veo a mi mujer, la admiro y me sonríe.
Campanas resuenan en mi mente. Admiro la fuerza de mi visión.
Vuelvo a verme en el espejo.

Las campanas se doblan a los lejos.
¿Yo? Sonrío con la tarea resuelta, bien arreglada;
es duro pero duele más un beso que perder el cielo
por un descuido en mi trabajo.

Admiro el firmamento y me abro paso con mis recuerdos y mis penas.
Mi vida. Toda ella. Las campanas se doblan a lo lejos, hacia arriba.
Miro y veo pinos enmarcados en el cielo.
Vuelvo a casa con mi amada y ella me sonríe. En el espejo una foto mía.
Ella la besa y yo me abrazo a ella. A mis logros canto ahora solo. Mi vida entera.

Estima (con colaboración de Gonzalo Mariñas)

Durante mi prolongada inocencia me dijeron:
"Al final de cualquier camino, hallarás parte de tu destino".
Dos años después le perdí el respeto a mis mayores.

El tiempo que tardé en reflexionar dicha premisa,
fue el mismo en aprender a caminar despacio,
pero por mí mismo.
Conseguí hasta a alguien para anudarme la corbata; hasta podía aguantar mi condición de ser, aún sin saber diferenciar libertad de libertinaje.

Acabada mi enseñanza sobre el pedestal,
empezado el camino hacia mi cumbre,
mis nervios a flor de piel por lo que se avecina.
Dos años después los menores me perdieron el respeto.

No hay más vida que la que se vive. Sin más.
Toda la infancia aprendiendo a ser alguien respetable, ¿para quién? Para ti mismo.
¡Qué menos que aprender a ser tú mismo, sin intermediarios!
Natural como respirar, susurrar a una mujer que la quieres o susurrárselo a la vida.

Debajo de mi habitación, bajo tierra, a dos pies, pasando frío están mis maldiciones
en palabras. Y sobre ellas me miro al espejo, miro mis lamentos, observo mi cuerpo,
más curvo por las experiencias.

Y cuando más erguido estoy, en mi totalidad, mis piernas flaquean y
mi cuerpo se balancea al son de la muerte, de la edad misma.
¡Y qué menos que aprender a ser tú mismo, sin intermediarios!
Natural como morir en paz contigo mismo.

jueves, 9 de octubre de 2014

Pudimos; podemos; podríamos; Pudriéndonos... (con colaboración de Gonzalo Mariñas)

Juntos podríamos
haber conspirado contra toda queja.
Contando los días,
estos ideales son extorsionados por la pereza.
La cantidad de interrogatorios a mi memoria,
es comparable a la cantidad de cervezas ingeridas
por un alcohólico antes de desmayarse. Cantidad ingente,
pero insignificante frente a mis quejas de ahora, del momento.

Podemos hacer como si nada hubiera pasado, te podría invitar a otra copa
y no pasaría nada, beber en ti como haré y seguiré haciendo, como si nada,
dejarlo y poder dejar, dejar y poder. Todo.

Caminando por ciudades bellas, podríamos buscar lo horrendo en dichas urbes
y dejarnos llevar por lo grotesco, lo esotérico y lo romántico.
Alquimia vendida, que tú me vendiste, a mí, y que ahora bebo para verlo todo más oscuro, porque la claridad me molesta. No me gusta. La odio.

¡Y no hace falta ir tan lejos!
Por ciudad pasa aquella barra de bar en la que te conocía a dos mesas de distancia.
Tú en penumbra.
Yo cada vez más cómodo de verte rodeada de sombras.
Yo abandonado en multitud y admirándote con mi cerveza. ¡Solo!

Puedo ahora mirar aquella noche con más claridad entre las sombras.
Pude apreciar tu necesidad, un instinto único que te obligaba a convertirte
en una estatua. Cualquier hombre podía invitarte a una copa y rehilar
tus descosidos, porque por dentro estabas podrida,
lo que me daba a pensar el tiempo que podría pasar entre tus costuras...

miércoles, 8 de octubre de 2014

Soneto II.

Sien abierta y podrida cabeza,
vestido de antigua vestidura.
Tambaleando y rojo de cerveza,
borrachera viva y que perdura.

Tratado desde la pura certeza,
tratado desde la herida pura,
vestido de antigua vestidura,
vestido de deslumbrante belleza.

De lado a lado me mantengo en pie
y sin tropezar ni caerme al suelo,
trabalenguas recito en pesadumbre

que yo escribí y que yo olvidé.
Sangre vertida, manchado mi pelo,
vestido de antigua podredumbre.

lunes, 6 de octubre de 2014

Mi fortuna (con colaboración de Gonzalo Mariñas)

Doy gracias de no estar muerto,
pero poco agradecido de rozar mi suerte con la parca,
que en mi camino y mis reflejos,
en cada cambio de esquina y recodo,
debajo de los libros, no sin razón empiezo a temer por las noches,
pues el monstruo de mi cama ha dejado de esperar mi llanto para quedarse dormido.

No es dueño por fortuna de mis pensamientos, que difieren con sus expresiones aborrecedoras, correspondiente a su ánima, por fortuna... no somos enemigos.

Cada día aparezco con su brazo atado a mi pecho,
doy gracias a que aún pueda llamarlo mío.
Al incorporarme le desato y le dejo libre,
que vuelva con el polvo al que llama hogar mientras yo prosigo mi camino al sueño.
Por la noche, le vuelvo a llamar para que me haga compañía,
me succiona la noche y me regale la diferencia entre suerte y fortuna.

Doy gracias de no estar muerto, porque así siento, y sentir es lo único que da sentido a la vida. Mi fortuna.

Enumeración de las formas (con colaboración de Gonzalo Mariñas)

Numerosos son los valles en los que
paso desapercibido, pocos son los entes
que llamo almas, almas al borde de un precipicio en donde nos encontramos todos,
el valle más profundo.

Y ya al final, cuando nos demos caza nosotros mismos,
quizás dejemos de despreciar a la madre tierra,
lugar de descanso donde años atrás, fuimos un principio.

Numerosos son los caminos que se cruzan,
y se resisten al encuentro de recuerdos bien guardados en nuestra amueblada cabeza.
Piérdanse en las esquinas cada vez más desgastadas de nuestro desván,
el alijo de momentos que un día fueron bellos y perdieron su valor al desprenderse de su recuerdo arraigado fuertemente en las viejas paredes, en nuestra mente.

Paredes alicatadas con todo el amor que nos es posible,
enyesar la estructura con las mentiras de toda una vida,
numerosos vaivenes en los que queda sacudido nuestro bienestar.
Nos hemos metido en camisa de once varas,
una casa hecha de nosotros, de nuestra esencia.

Y ahora, al borde de este precipicio,
dejados atrás los numerosos valles, esquinas desgastadas y paredes por las que he luchado,
ahora, al tirarme al vacío, me hallo en la cima de mi vida.

sábado, 4 de octubre de 2014

El anillo de Nadie (con colaboración de Gonzalo Mariñas)

En las calles donde Nadie ha caminado ebrio
puedes buscar un anillo.
Donde se pierden las palabras,
dando vueltas hasta que cobran importancia,
formando frases que resuenen en mis oídos como anillo al dedo,
como esperar una noticia que se ausenta,
en las cloacas...
y se pierde a medida que avanza en la noche.

Me encontré en anillo de Nadie, y Nadie fui durante una noche,
larga fue la vida del anillo, deslizado en mi dedo sin reconocerse
el uno al otro, el dedo al anillo y el anillo a mi alma.
Estoy en ese lugar en el que la noche y la memoria se ponen de acuerdo para atormentarme, para atosigarme sin más reproche que la bebida que me he tomado.

De mi alma arraigada al fondo del vaso medio vacío, por pensar el porqué encontré el anillo que no me pertenece, pero que menos pertenece a Nadie.

Traviata.

Cristal cortante en la mesa de un bar. Ese bar me hace olvidar los cimientos creé y que no creo. En ellos.

Luz roja ilumina mi alma roja,teñida del color de la miasma que bebí en este bar.
Campo dorado que hace dudar de tu asiento,
dudas del concilio del sueño,
tus ojos no te pertenecen.

La confusión se instala en tus cárceles de ángeles y
descubres un nuevo mapa.
Esta guía no es la correcta pero la sigues.
Confías en ella y no debes hacerlo.

El borracho a la barra y su conciencia al vaso.

viernes, 3 de octubre de 2014

El tren de los hombres ciegos (con colaboración de mi gran amigo Gonzalo Mariñas)


Llego a una estación en donde hay un antro. Aún resuenan las voces del revisor anunciando esta parada, la última.
La estación se torna tranquila, los hombres miran una densa niebla que puebla en sus pies y que se adentra en el antro.
El sonido de un piano desafinado, con polvo.
Entro, distante, miro hacia la barra, busco el piano y lo encuentro. Nadie lo toca. Nadie bebe nada. Nadie come nada.
Todos hombres, miradas vacías, pesadumbre en sus andares. Miro mi vaso medio vacío. Hombres. Sus zapatos desgastados.
Alguien se mueve y abre la tapa del piano. Nadie mira. Nadie escucha. El hombre cierra de nuevo la tapa.
El ambiente es mas denso a altas horas de la noche, por el silencio. El hombre anterior retoma su posición. Pasado un par de minutos pido otra copa. Esta vez sin vergüenza.
Falta poco para amanecer. Pago la cuenta, me acerco al piano y lo desnudo, pero me abstengo de hacer pedazos el silencio.
Era la primera vez que había entrado allí, ya salgo, ya salgo. Solo atravesando un par de calles estoy en mi casa. Abro la puerta. Hace rato que dejé de escuchar el piano, y mis zapatos están ahora un poco más viejos.
Duermo y vuelvo a escuchar el piano, no noto el polvo esta vez, noto el pesar de los hombres. Sacuden sus ojos al compás del piano. Despierto. Incrédulo del sonido, me levanto da la cama y al poner mi pie en el suelo, estoy de nuevo en el tren.
A rebosar. Nadie mira a nadie. Al fondo alguien me sonríe. Es bella. Me atrae. Voy hacia ella. Es bella, cada vez más. Dos vagones, los atravieso. Llego a ella. Es bella. La beso y me sonríe, llora entonces. Me vuelvo sobre mí y todos los hombres me miran. Fijamente. El tren se para. Es la misma estación. Se vuelve a escuchar el sonido del piano, esta vez con más polvo que nunca.