domingo, 22 de septiembre de 2019

La espuma de las noches.

Tantos momentos digeridos y yo sin saber…
Sin saber gran cosa sobre casi nada.
Me gustaría saber cosas sobre ti… que quizá
ya conozca y sólo me lo reconozco.
Como un puzzle a trozos, en diferido, con matices olvidados
e imperios de los que ni los turistas, que soy yo, montado en
un caballo paseando por la ciudad, quieren recordar en los mapas
actualizados.
Me gustaría saber qué fue de mis libros. Qué de mis besos secretos bajo las rocas,
me gustaría saber…
Pero no lo sé. Y quizá nunca lo sepa. A lo mejor será mañana, el día en el que todo explotará en cosmogonías complejas.
Los recuerdos de lencería fina, de televisores rotos por el agua…
Me gustaría saber tantas cosas, que sólo el deseo lo agota todo.
Me gustaría conocer los entresijos de las puertas del alma para saludarla
y darle vida por otros medios.
Quizá una despedida a tiempo…
Pero no puedo, nada de esto se me permite.
Acaso en un folio…
Siempre la nostalgia del mañana por la tarde, al caer el sol.
Me gustaría saber… Tantas cosas…

Frío


El viaje desaparece, cada paso en falso.
Romántico como Cadalso bajo el frío que acontece.

Si por mi sangre corre hielo,
si al fin mis rodillas tocasen el suelo,
vería la fina capa que rodea tus huesos.

Y te adormeces. Meciendo tus estalactitas
para darme muerte, pero yo pienso en mi suerte.

Quizá perdí el norte por esta brújula marchita;
esta válvula que palpita y me hace creer en duendes.

El frío desaparece cuando viajo por sus melenas.
De esas que leo, que me hacen escribir espantos.

Esperpento de aquel valle del que no me acuerdo.
Cuando me ato cuerdas al momento.
El viaje desaparece… Desapareciendo.

Ícaro.


Entra ahí, sálvate, que yo no puedo.
Veremos ocasos nacer fulminantes.
También seremos trofeos bonitos.
Sigue el callejón, patea botellas vacías.
Siente, que es gratis.
Sublima la travesía si duele. Siéntate y habla.
Dime, ¿llegarás tan lejos como él?
¿Te quemaste o te caíste?

Rima Disonante: Perdición


En el corazón
un avión protagonista que sube
pero no avisa, a no ser
que tengas la razón.

La canción no llega para premisa,
de la cornisa, de esas que nunca tuve.
Ni tendré.
Por eso del ayer y del amor al mejor postor.

La perdición,
un corazón suave que de suave se consume,
pero no como él sabe sino por la emigración
de sonajeros que enteros suenan por donde anduve.

¿Quién sabe la ocasión en que la reprimenda al corazón,
se sostenga por esas cuerdas de la razón cuerda
pero que para morir, sostiene y mantiene a la sangre
que la sustenta? Sin más, ¿quién es el traidor?
¿Y por qué el olor de la muerte sabe a menta?