viernes, 8 de septiembre de 2023

Ripios.





Hay un día insulso repartido por el calendario,
en el que todo se para porque de algo me acuerdo.
Busco por la mesa y pecados capitales,
rasurados en parejas y disueltos sin valentía.
Que cuando mis caminos son laterales para esquivar el desfiladero,
intento no molestarlo con mis voces.
Tengo un libro escrito que siempre está incompleto,
se rellena de chillidos y ahí quedan atrapados, para quién lo abra.
La inquietud es una mella en la coraza.
No se puede el vacío en la oscuridad porque algo debe haber;
que los sueños son vasijas y nada más.
Cosmopolitismo barato,
holística transitoria y obsoleta.
Las aceras siguen resistiendo mis búsquedas y mis esperas.
La viajera que quiero que aparezca, no lo hace, no sé si continúa haciéndolo.
 
He visto como un odio envuelto en cervezas blancas,
el sustento no sé de dónde sale, solamente sé que debe andar por ahí.
No recuerdo poemas de otros poetas,
quizá alguno que alguna amante embravecida arrojó sobre mi cara, cegándome.
Que los colores se agolpan como conejos en la madriguera,
colándose en las chisteras hambrientas, como las ratas en aquella batalla rusa.
Que las palabras son ripios rellenando los quehaceres, calzando el deseo cojo;
que los columpios ahora son farolas, 
que las risas estridentes son ahora corrientes 
en transformadores.