jueves, 2 de julio de 2015

El sujeto de vidrio en la sociedad del cansancio y la transparencia.

El sujeto de vidrio nace como acontecimiento social en este post-modernismo lingüístico que se ha creado dentro del lenguaje lógico. Este tipo de sujeto nace tras la ceguera e incertidumbre que brinda el futuro. El sujeto en cuestión es una proyección de una sociedad que pertenece a la depresión y al cansancio, todo ello envuelto en una transparencia totalitaria y en un bombardeo informativo. Esta “dictadura” de la libertad –más bien libertinaje- escudada en transparencia social, significa; control, violencia gratuita, terror a decir lo no políticamente correcto, destape y desnudo, culto al ego, obviedad más que erotismo y misterio, subjetivismo que acaba por desinstalar a lo objetivo, etc… Todo esto que lleva nuestra actual sociedad sirve al sujeto como material con el que construir su mundo de vidrio. La sociedad cansada y transparente proyecta sujetos cansados y transparentes.

El sujeto de vidrio es aquel que sin una ideología; sin la interiorización de discursos puramente lingüísticos; sin prácticas dogmáticas escogidas en un ambiente lingüístico reivindicativo y difuso en contra del lenguaje tanto formal como natural en el que dicho ambiente, también es lenguaje; sin todo esto, el sujeto de vidrio no es nada. Necesita de esto para ser alguien y sentirse completo. No es más que el fruto de una sociedad post-moderna y estética.
El individuo entra entonces, una vez se ha formado el recipiente de vidrio y se ha moldeado acorde con la estética y lingüística utilizadas, en una llamada hiperactividad ausente.
 Este concepto se refiere al comportamiento de compartir y actuar de manera masiva con aquello que ha acogido de manera constante aunque vacía. No existe originalidad en el discurso que el sujeto escoge y muestra como novedoso o como único. Juega en los límites del lenguaje para una satisfacción propia en forma de ataques lingüísticos al propio lenguaje, lo cual es como tirar piedras a tu propio tejado. Todos sus actos dependerán del vidrio tras el que el sujeto se esconde. Hiperactividad que no conduce a nada más que a confrontación  y autocomplacencia. El vidrio es frágil y el sujeto acaba por romper el recipiente para que fabrique otro de diferente forma y color, pero seguirá siendo de vidrio.

Si aplicamos el lenguaje al sujeto de vidrio, nos encontramos con que gran parte de los discursos actuales seleccionados, no son diferentes de cualquier sistema lingüístico que se haya utilizado. Simplemente es un cambio de significado o una valoración diferente de la lingüística; es un cambio de color del cristal. La palabra dogma no es aplicable al sujeto, pero sí las prácticas dogmáticas, es decir, llevar tu vida y tus actos acordes a un pensamiento o discurso arbitrario sin importar el resto, incluso pisoteando al resto. El discurso y la interiorización de la lingüística escogida dependerá del conocimiento que se tenga del lenguaje y sus límites.


El sujeto de vidrio, en resumen, es una persona que no se vale por sí misma –de manera social e intelectual-. Su aprendizaje lingüístico ha sido insuficiente y se proyecta en discursos o personas que portan los discursos para así rellenar esa insuficiencia. Ese espacio se acaba vaciando para dejar paso a otro discurso,  a otro recipiente de otra forma y de otro color. Siempre será cambiante e incluso en ocasiones rozará lo absurdo. Su contenido es totalmente maleable. Únicamente logrará dejar de ser de vidrio cuando pueda romper el recipiente por sí mismo. Eso será difícil que ocurra, ya que creen que todo lo que hacen, lo hacen por sí mismos.