jueves, 25 de febrero de 2016

Estigia (perteneciente a "Lo que no dijo Rimbaud").

Tras el hechizo contingente de la memoria suprema, abstraída -por qué o por quién, lo cual no me complace-, tras esto escondo esa verdad fulminante y sobrecogedora. Verdad que presupone sentimientos de toda condición; sentimientos desesperados por ese aroma nostálgico; por ese hechizo lanzado al vacío. Allí abajo nos veremos junto con ríos vertidos por ojos montañosos. Ríos subyugados por manantiales imperecederos. Proyectamos estigias al mundo que nos rodea y circunscribe. Estigias de cristal puro y fino, como para danzar sobre ellas y destruirlas. Transparencia bajo suburbia. Verborrea melancólica. Desgarradora para las lenguas y sus dientes. Saliva que cae como maquillada convirtiéndola es míseros esputos. Condenados a tragar esos esputos.
Condenados a nadar por ese río...

domingo, 21 de febrero de 2016

La sociedad del cansancio. Conclusión.

Panorama lingüístico en la sociedad del cansancio. 
Proyección hacia el sujeto de vidrio y conclusión.  

¿Por qué llamamos al hombre de vidrio, hombre de vidrio? Se le llama así – aunque Isidoro Reguera no lo puntualiza – debido a la fragilidad de este material. También se considera el grado opacidad y el color con el que el sujeto ha creado su vidrio. Esto dependerá de las decisiones tomadas mediante su diferencia subjetiva, el fragmento con el que se sienta “identificado” y del tipo de auto-violencia que aplique en dichas decisiones. Debido al exceso de positividad, se cree que los fragmentos que han florecido son genuinos y únicos en la sociedad. Es esta exclusividad aceptada lo que hace que se adopten discursos en función de la identidad con la diferencia subjetiva que tenga el individuo, pero esto no es así:

“Gran parte de los discursos actuales no son diferentes de cualquier sistema lingüístico que se haya utilizado. Distinto color del vidrio”.

Reguera añada el fenómeno lingüístico que también impregna a la sociedad del cansancio. El color del vidrio no cambia según el discurso escogido por el sujeto, sino por cómo ese discurso se desarrolla y cambia en la sociedad. El individuo crea su vidrio equívocamente o mejor dicho, ingenuamente. Creerá en su diferencia subjetiva; en la identidad de su fragmento, pero seguirá perteneciendo a la negatividad. Aunque el sujeto cambie de fragmento o de discurso y logre romper el vidrio, debido a la no-contemplación volverá a rehacer el vidrio pero con distinto color. La pigmentación puede ser contingente pero no implicará positivismo ninguno. Seguirá en el proceso hacia lo positivo y por lo tanto, en la miseria y la negatividad. El Conocimiento es en este caso primordial para le creación o destrucción del vidrio. Adoptar lo idéntico de algún fragmento o no aceptarlo dependerá como hemos dicho, de la diferencia subjetiva, pero esta se verá afectada según el Conocimiento que el sujeto tenga. Y el Conocimiento va ligado en su grado ulterior a contemplación. Entonces el sujeto de vidrio únicamente tiene como vía de escape la contemplación y el aburrimiento. Se puede decir que para escapar necesita tener un vidrio claro y transparente por el cual mirar, contemplar. Romper el vidrio definitivamente dependerá del Conocimiento sobre lo que le rodea para así ser un sujeto contemplativo y aceptar la sociedad en la que vive e intentar cambiarla. Esto es un trabajo costoso y nada común entre los sujetos no contemplativos que, digámoslo así, tiñen sus vidrios de colores oscuros y translúcidos continuamente. El discurso debe entonces cambiar pero no de cualquier manera. No debe saltar de un fragmento a otro; no deber romper el vidrio y rehacerlo de distinto color. Debe contemplar, aburrirse y romperlo para no hacerlo más. Necesita conocer el lenguaje del mundo, contemplarlo y conocerlo. El aburrimiento y la contemplación conllevan un conocimiento del lenguaje con el cual el sujeto cansado por la frustración puede no llegar a un estado de plenitud y positivismo – ya que son metas de la sociedad del cansancio - , sino a una forma de vida no mísera y negativa. Dejar atrás el presente continuo y prolongado, para así contemplar el presente y vislumbrar el futuro.

Contemplar es necesario que sea inculcado. La sociedad del rendimiento educa para rendir. Desde el ámbito académico, que ya dije que es para mí el más importante, hay que eliminar la educación puramente enfocada a producir, a crear grandes productores y grandes consumidores. No beneficia en absoluto que la gente no contemple. Debe enfocarse todo el ámbito académico no a las letras, como se podría presuponer que iba a escribir, sino a enseñar y educar a contemplar inclusive en el ámbito científico/tecnológico. Enseñar ciencia y tecnología y no enseñar a que si logran aprobar dichas áreas  serás productivo y así ayudarás a la sociedad y tendrás una mejor vida. Para acabar, diré que es necesario – sobre todo por parte aquellos que contemplen – limpiar el vidrio de los no contempladores y hacerles ver que el rendimiento no lo es todo. Sacarles de su negatividad y que la contemplación no quede renegada de la sociedad ni del sujeto.

viernes, 19 de febrero de 2016

La sociedad del cansancio. Parte 4.

Fenómeno social: el sujeto de vidrio. Consecuencias de la 
no-contemplación.  

En un plano puramente social, se ha producido un nuevo fenómeno que subyuga a todos los sujetos no contemplativos. Este fenómeno que engloba a la nocontemplación, se le dará el nombre de “Sujetos de vidrio y de la transparencia”. El término lo he tomado de un artículo publicado en el diario  “El País” escrito por el catedrático en Filosofía por la Universidad de Extremadura, Isidoro Reguera. El artículo titulado “Cansados de ser vidrio” está basado en el libro el cual se está citando y basando este pequeño ensayo y lo tomaremos como punto de partida para referirme a este punto.

“Nuevo fenómeno producido tras todo esto; el hombre de vidrio, el sujeto de la transparencia. El sujeto que sin una ideología o causa dogmática no va a nada, solo mantiene el sistema”.  

Se hace referencia a la pertenencia a algún fragmento tras la eliminación de la otredad, y que el sujeto de vidrio al que vamos a desarrollar necesita permanecer. Aunque hasta este punto no hemos mencionado al sujeto de vidrio, el sujeto no contemplativo es, al mismo tiempo, sujeto cansado, del rendimiento y de vidrio y como consecuencia de esto último, de la transparencia.  La consecuencia directa – la transparencia en el ámbito social – forma parte del auge tecnológico de las redes sociales y pertenece a la sobre-estimulación informativa en todas las áreas sociales. Antes mencionábamos la economía de la atención y actualmente está en auge. Existen una falsa intimidad que suscita desnudo y pornografía del sujeto. No solo vale rendir y producir, sino que hay que mostrarlo. También existe un sentimiento de libertad en cuanto al contenido que se muestra que lejos de ayudar al sujeto, lo conduce hacia la transparencia y la depresión. Han apuntaba que el sujeto que no contempla sobrevive y no vive de manera plena. En este plano, el sujeto de vidrio tampoco vive de manera plena. Cierto es que no solo las redes sociales participan en el hombre de vidrio, es más bien el ejemplo más plausible y donde mejor podemos analizar sus actos. Las convenciones sociales también forman parte de esto pero a mi ver, las redes sociales son la materialización de la transparencia. Hay un deseo permanente de demostrar un estado de plenitud de cualquier forma y en cualquier formato. El mercado de fragmentos que se abre al sujeto despoja al sujeto mismo de cualquier interacción íntima para así darse a mostrar al mayor número de fragmentos posible. La extensa variedad crea dudas y confusión, y este hecho – unido a la auto-exigencia del Animal Laborans – fomenta la desnudez social del sujeto de vidrio. Es Han el que hace hincapié en este punto:

“La desnarrativización general del mundo refuerza la sensación de fugacidad: hace la vida desnuda”.

Con estas causas, el sujeto comienza a percibir que necesita encajar en lo que le rodea.

Dejarse caer” en algún fragmento, desnudarse para sobrevivir y llegar a un estado de 
plenitud auto-exigido. El sujeto entra pues, en una “hiperactividad ausente”.

Una hiperactividad vacía y desprovista de provecho íntimo y personal. Lo íntimo y lo personal es de dominio público y social. El sujeto no está siendo obligado por nadie ni por nada, se autolesiona socialmente. Pero nunca lo percibirá como una lesión sino como una cura. El sujeto vive para trabajar y no trabaja para vivir, tanto laboralmente como socialmente. Consideremos la actividad social – que es lo que concierne de manera pura al sujeto de vidrio – como otro medio para alcanzar la plenitud y la positividad. Se necesita estar activo laboral y socialmente, y será la yuxtaposición de ambas lo que conducirá a lo positivo.

Al no contemplar, tampoco se vislumbra el futuro y se “vive perpetuamente” anclado al presente o al futuro más próximo. Si no hay tiempo para contemplar, no solo no se contemplará lo que le rodea, sino que tampoco será capaz de ver el futuro ni imaginarlo. La hiperactividad ausente crea una dictadura de la transparencia. Sin futuro se obliga a mostrar el presente. La intimidad se arroja a la sociedad en una botella y, en ese mar de intimidades, llegarán múltiples botellas hacia el sujeto y serán tantas que no le importarán. Al igual que recibe miles de botellas con intimidades ajenas, otro sujeto recibirá la tuya y al igual que el primer sujeto, tampoco le importará. En definitiva, la intimidad para el sujeto de vidrio se vende al mejor postor.

Su intimidad es de todos menos suya. Todo esto, como apunta Reguera en su artículo, pertenece a la depresión y yo añadiría a la desesperación.

“El futuro pertenece a la depresión en una sociedad que aterroriza la sociedad, exigiendo transparencia total, más bien totalitaria. Transparencia que significa control, violencia, terror, destape y desnudo, pornografía y obviedad más que erotismo y misterio (…) Sociedad que no acontece nada. Tiempo sin narración, sin historia, que arrasa al ser, lo vacía y desencanta”. 

sábado, 13 de febrero de 2016

La sociedad del cansancio. Parte 3.

 Vida contemplativa, aburrimiento y estímulos. Sujetos 
contemplativos y no contemplativos.  

En la sociedad del rendimiento, como su propio nombre indica, es necesario rendir y producir; estar continuamente en movimiento, en activo. El exceso de positividad resultante – que ya hemos visto que se traduce en negatividad – da pie a que la sociedad, y en consecuencia el sujeto, reciba y produzca un exceso de información y de estímulos que crea aún más actividad para el glosario informativo característico de los sujetos no contemplativos. Para estos sujetos no existe la posibilidad de contemplar la vida en sí. Sus actos están marcados por la rutina y la proyección de conseguir un estado de plenitud. Por lo tanto no hay tiempo para aburrirse.

“El exceso de positividad se manifiesta, asimismo, como un exceso de estímulos, informaciones e impulsos. Modifica radicalmente la estructura y economía de la atención. Debido a esto, la percepción queda fragmentada y dispersa”. 

Han añade en este fragmento la “economía de la atención”. Esta economía de la atención fomenta de manera cuantitativa los estímulos y procede desde todas las áreas sociales. Desde los medios de comunicación, las redes sociales, a nivel gubernamental y a nivel particular. La sociedad del rendimiento y el cansancio aboga pues por una actividad continua que oprime la contemplación de lo que le rodea y se traduce en un auge de las redes sociales, las ingenierías, la anhelación de un trabajo bien remunerado, la sobreinformación…
Así pues, desde el ámbito académico también se fomenta a no contemplar sino a actuar, a producir. No hay lugar para el aburrimiento. Se necesita llegar a ese estado pleno en el que la vida del sujeto sea trabajo, dinero y consumo para así conseguir estabilidad y no caer en el fracaso. Esta auto-exigencia, Han la describe como un modo de supervivencia y no de vivencia plena:

“La preocupación por la buena vida, que implica también una convivencia exitosa, cede progresivamente a una preocupación por la supervivencia”.

Para escapar de esta sociedad es necesario contemplar y aburrirse. El aburrimiento total niega actividad práctica y deja tiempo al pensamiento y a la contemplación. La sociedad del rendimiento anula en gran parte el pensamiento crítico o lo deja en un sub-plano. El pensar y el contemplar no está en la rutina de un sujeto no contemplativo ya que “no tiene tiempo para ello”. Han apunta que para llegar a ser un sujeto contemplativo es necesario aburrirse:

“Si el sueño constituye el punto máximo de la relajación corporal, el aburrimiento corresponde al punto álgido de la relajación espiritual. La pura agitación no genera nada nuevo. Reproduce y acelera lo ya existente”.  

Es difícil definir al sujeto contemplativo ya que está inmerso y sigue formando parte de la sociedad cansada. Se dijo antes que el sujeto que contempla también está cansado aunque de distinta manera. Este cansancio no proviene de la frustración, sino de la impotencia. Este sujeto no encaja en aquello que le rodea. Sin duda, cabe apuntar que pertenece a aquello ámbitos o fragmentos donde el materialismo y la realización personal mediante los logros más directos y materiales no es lo que premia, es decir, pertenece a esferas ligadas a la intelectualidad. Su cansancio es consecuencia de la contemplación y de la inactividad al contemplar una sociedad cansada. Es consciente de las rutinas que rigen a los no contemplativos y las rechaza aunque en ocasiones tenga que compartirlas para poder subsistir. Se ve impotente ante los estímulos y la sobreinformación que recibe ya que es consciente de donde provienen y qué significan. En esencia, el sujeto contemplativo puede llegar a aburrirse y tiene como consecuencia la percepción de la sociedad en su conjunto y es este hecho el que le hace estar cansado, ya que su estado pleno ideal, proviene de la contemplación y no de la acción. No se espera – por parte de los sujetos no contemplativos, es decir, de la mayoría social – que estos sujetos contemplativos – los que no contemplan no reconocen en el sujeto que contempla dicha contemplación. Los toman como fracasados o inútiles ya que no rinden ni producen de la misma manera – que aquello que realicen en su ámbito, contenga algún rendimiento aprovechable para ellos ni para ellos mismo. Ni para los sujetos que contemplan ni para los que no contemplan.

Pondré como ejemplo el ámbito académico. No cabe duda que en este aspecto, los que contemplan son los más marginados ya que su rendimiento y cansancio difiere de los que no contemplan. Si traducimos los términos contemplar y no-contemplar quedaría como resultado – en este ámbito académico – pensar y actuar. La eterna lucha entre las letras y las ciencias nunca en la historia había estado tan desequilibrada en pos de la ciencia. Cabe apuntar que nos referimos a ciencias prácticas o ingenierías, ya que las ciencias teóricas también quedan marginadas debido a la contemplación que conllevan. Se menosprecia el poder contemplativo por su carácter aburrido o inservible. A mi ver, es en este campo donde más énfasis se debe aplicar debido a que es un ámbito educacional. Hoy en día el valor que suscitan las carreras contemplativas, quedan renegadas a su propio ámbito y quedan excluidas de los estímulos y de la información social. Si tenemos en cuenta que cuando nos referimos con estos términos al ámbito académico nos referimos a la educación del sujeto – que es algo primordial – es normal que vivamos en la sociedad que vivimos.

En definitiva, nos educan para proyectarnos a no-contemplar y a no aburrirse. Aquellos que puedan aburrirse y contemplar no tendrán cabida para los no contemplativos; serán tomados como fracasados. La comunidad que contempla es pues inservible para una sociedad activa.

“Sin relajación se pierde el “don de la escucha” y la “comunidad que escucha” desaparece. A esta se le opone diametralmente nuestra comunidad activa”.

Añadiré a esta cita de Byung Chul-Han otra que el propio coreano utiliza en su ensayo
del alemán Friedrich Nietzsche para cerrar este punto.

“Por falta de sosiego, nuestra civilización desemboca en una nueva barbarie. En ninguna época, se han cotizado más los activos, es decir, los desasosegados. Cuéntese, por tanto, entre las correcciones necesarias que deben hacérsele al carácter de la humanidad el fortalecimiento en amplia medida del elemento contemplativo”.

lunes, 1 de febrero de 2016

La sociedad del cansancio. Parte 2.

 ¿Qué es la sociedad del rendimiento y el cansancio?  

Byung Chul-Han relata la muerte de aquella sociedad disciplinaria que vislumbró el filósofo francés, Michel Foucault. Tras los detalles y circunstancias ya mencionados, se llega a la conclusión de que la disciplina ya no rige a nuestra sociedad. Se ha pasado -  como apunta el coreano – de ser “sujetos de obediencia” a “sujetos de rendimiento”. La sociedad de Foucault en una sociedad negativa, mientras que la ideada por Han se pasa de manera paulatina a una sociedad positiva. Se cambia el verbo no-poder al verbo poder. En este punto cabe destacar el trato que se le hace a la sociedad como concepto. Peter Sloterdijk en su ensayo “El desprecio de las masas: ensayo sobre las luchas culturales en la sociedad moderna”, utiliza la fórmula hegeliana para entender cómo tratar al concepto sociedad:

“Lo que Hegel había presentado como su programa lógico – que la sustancia se desarrolla como sujeto – se revelaba al mismo tiempo como la divisa más poderosa de una época que, a primera vista, todavía parece seguir siendo la nuestra: el desarrollo de la masa como sujeto”.

De esta manera, si tratamos el desarrollo de una sociedad como el desarrollo de un sujeto, podemos entender así al sujeto que la sociedad proyecta. Si seguimos esta premisa veremos qué clase de sujetos produce la sociedad a la que el sujeto pertenece. Han lo describe así:

“A la sociedad disciplinaria la rige el no. Su negatividad genera locos y criminales. La sociedad de rendimiento, por el contrario, produce depresivos y fracasados”.  

Han da por acabada la sociedad del francés pero entiende la sociedad del rendimiento y cansancio como una prolongación o consecuencia directa de la misma. El sujeto del rendimiento ya no siente obligación ni deber, sino que siente opción y poder. Sigue siendo disciplinado pero el concepto que tiene instaurado no es mediante el castigo. Evoluciona según lo que él cree que es correcto y aquello que le conduce a una realización personal plena para alcanzar así, un nivel de plenitud que le ofrezca la posibilidad del positivismo. Pero es durante el proceso donde lo negativo de este proceso ataca al individuo. La sociedad del rendimiento necesita de esta realización para alcanzar niveles plenos de positividad, mientras que la negatividad estará adherida a cualquier acto que se realice para alcanzarla. Los sujetos de esta sociedad están depresivos durante el proceso y, en caso de no conseguir dicha plenitud, serán unos fracasados. Esto conduce al conformismo y al cansancio hacia lo positivo. Esta visión queda lejos de ser esperanzadora, pero el sujeto lo percibe como parte del proceso sin darse cuenta de la negatividad latente en cada uno de sus actos. Pero esta negatividad no está, como hemos dicho, instaurada por miedo al castigo o a la exclusión social. Forma parte de la diferencia subjetiva. La fragmentación social ha promovido lo subjetivo en pos de lo colectivo. Nadie exige nada al sujeto del rendimiento, sino que es él mismo el que busca la plenitud para lo positivo de aquello que le rodea.

“Al nuevo tipo de hombre, indefenso y desprotegido frente al exceso de positividad, le falta soberanía. El hombre depresivo es aquel Animal Laborans que se explota a sí mismo, a saber: voluntariamente, sin coacción externa. Él es al mismo tiempo, verdugo y víctima (…) El lamento del individuo depresivo, “Nada es posible”, solamente puede manifestarse dentro de una sociedad que cree que “Nada es imposible”. No poder – poder – más conduce a un destructivo reproche de sí mismo y a la auto-gestión. El sujeto del rendimiento es el inválido de esta guerra interiorizada”. 

Han utiliza también la premisa de tratar a la sociedad y su desarrollo de la misma manera que se trataría al sujeto y su desarrollo. No existe entonces una sublimación de la masa sino del sujeto. El sujeto es homónimo a la sociedad. Entonces solo queda la diferencia subjetiva del sujeto que es lo que le mueve dentro de la negatividad social que ofrece el discurso “opción y poder”.
El sujeto es depresivo porque nada le coacciona a buscar lo positivo. Únicamente tiene herramientas como puede ser el trabajo o la pertenencia a algún fragmento social para ayudarse a sí mismo. Pero ambas cosas surgen de la diferencia subjetiva y de cómo las filtra el sujeto dentro de su depresión. En definitiva, el sujeto necesita rendir y producir para poder avanzar hacia el positivismo, y el no lograrlo produce sujetos mediocres, fracasados o conformistas. No existe pues, una meta positiva para la sociedad del rendimiento, al menos en lo que al Animal Laborans concierne. Como veremos más adelante, el aburrimiento total y la contemplación de la vida es lo que en esta sociedad cansada puede hacerlo lograr el alcance de algo positivo o por el contrario abandonar el estado de depresión y miseria. Es decir, el Animal Laborans forma parte de aquellos sujetos no contemplativos que necesitan no estar aburridos y sentirse de provecho en la sociedad estando perpetuamente en activo. El sujeto contemplativo es aquel que bajo su subjetividad diferencial no necesita ni rendir ni producir nada – de carácter material – aunque igualmente será un sujeto cansado aunque de manera distinta. Hemos descrito a la sociedad del rendimiento y el cansancio mediante los sujetos que esta proyecta. Hemos diferenciado entre sujetos contemplativos y sujetos no contemplativos. Nos hemos concentrado en estos últimos ya que – independientemente del fragmento social al que pertenezcan – son los que en su mayoría ocupan y habitan dicha sociedad.