miércoles, 28 de enero de 2015

Soneto IV.

El sonido doloroso del viento
que perfuma con besos tu olvido,
anuda a mi cuello somnoliento,
penas y pensamientos prohibidos.

Dichas penas me dejan sin aliento.
Dichos pensamientos están sumidos
en una vorágine de sentimientos,
ahogando mi corazón herido.

Corazón que renace con más vida
de este sonido que ya no duele.
Estoy libre de ese viento tirano,

estoy libre de la pena obtenida,
libre para que mi cabeza vuele
por barrancos cercanos a su mano.

domingo, 25 de enero de 2015

Derrelictos de la lluvia y una calle estrecha (en colaboración con Gonzalo Mariñas)

Una calle estrecha para dos no puede cruzarse acompañado.
Se deduce engaño.
Respiras sin espacio,
sin lágrimas para ofrecer a una noche desconocida.

La caída del agua sobre nuestras cabezas desnudas
y los resbaladizos adoquines se adormecen;
adormecen nuestros pies, enriquece el humo del cigarro
y de tu beso en mi espalda.

Labios mojados sobre prendas  empapadas.
Miro al frente y mis ojos ven humo sobre mis párpados,
ventanas entreabiertas por el frío buscando un derecho sin hecho,
acompañado de la letra desnuda sobre la voz, tu pelo.

Asiento a la búsqueda de tu cintura.
Acaricio tu oreja en busca de un susurro
salido desde tu interior más profundo.
El cigarro yace en el suelo y soberbio se apaga.

Cada chapoteo dado en este baile que nos cala,
nos acerca a la dura caída de nuestras cabezas;

una calle estrecha para dos, una pared mojada para ti primero,
para mí después;

Y finalmente, un beso sobre el que caer cuando una calle estrecha,
se deja seducir por los derrelictos de la lluvia.

jueves, 22 de enero de 2015

Foto hecha a contraluz.

Mirando fijamente, sin ver su mirada.
Su luz vislumbra mis hombros victoriosos.
Ganador de la guerra iluminada. Nada.
Ceguera improvisada bajo la lente eterna.
Silueta abstracta enamorada y lenta.
Vista agudizada y temor del que ignora
tabaleando imágenes en la memoria.

Visión que engaña y distorsiona,
que cambia la guadaña por luna creciente.
Visión engañada y memoria que abandona.
Con la luz a mi espalda veo un camino
pero ellos no ven al penitente;
ven la silueta amenazante
y rehuyen el amor del desconocido.

Camino de espaldas o hacia tu morada.
Crees que es acero o luna quebrada.
No lo sabes porque no ves mi mirada,
ni yo lo sé porque no sé nada.

domingo, 4 de enero de 2015

Soneto III.

Por allá va aquel hombre caminando
que marcha soñando por ser soñador.
Halló tristeza y se cree explorador.
Intentó amar y amó escapando.

Escapó por aquello que va odiando.
Escapó de aquello que siente horror.
Él camina para sentirse mejor
pues al andar recuerda olvidando.

El hombre camina eternamente
como todo humano debe caminar.
Encontró lo que nunca encontraba;

dos mil caricias dadas dulcemente,
dos mil dulces besos a los que amar
y el recuerdo por el que caminaba.