miércoles, 17 de junio de 2015

La condición y consecuencias de la sublimación humana. Segunda parte.

Desde Kant hasta prácticamente la actualidad, se ha ido produciendo cambios significativos en nuestra manera de ver y de pensar el mundo. Sin duda la crisis del lenguaje de comienzos del siglo XX, Ludwig Wittgenstein, ambas guerras mundiales y los avances tecnológicos y científicos han sido los factores que han modificado nuestra visión del mundo. Hoy en día existe la llamada tercera globalización, que busca otro método de cobijo para el ser humano, otro lugar absoluto. Lo hemos podido hallar en el mundo virtual, en la virtualidad. Esto implicaría que en lo virtual y la ciencia digital habríamos encontrado a nuestro “Dios”  -al igual que en la Grecia clásica, la Edad Media y en el auge de Kant habrían encontrado al suyo-. Como ya se ha dicho anteriormente, por cada sublimación/globalización existe un nuevo Dios o lugar absoluto. Una nueva interpretación.
Entonces en la actualidad que es más real, ¿la propia realidad o lo irreal (virtual)? Qué es más importante, ¿el edificio o el plano del edificio? A diferencia de las otras globalizaciones, nuestro cobijo –lugar absoluto- no nos cobija como tal. Lo virtual no nos cobija, ya que la virtualidad es nuestra realidad misma. Nos basamos en prótesis técnicas para representar lo virtual, simplemente usamos instrumentos de nuestra realidad. A esto se le llama Post-modernidad.
Es una época que no quiere definirse como ha pasado con otras anteriormente. Simplemente somos lo que viene después de lo moderno. Por eso durante esta tercera globalización –en donde no queda clara cuál ha sido la sublimación- que se está dando con lo virtual; el sujeto y la masa se entremezclan. Si el lugar absoluto que siempre ha existido ahora es lo virtual, sería falso. Lo virtual no es más que una proyección holográfica de nuestra realidad. ¿Dónde queda pues nuestro lugar absoluto? Están en el anonimato, en el desconocimiento del individuo sobre otros individuos. Los lugares absolutos ahora son los aeropuertos, las grandes plazas, las grandes ciudades… aquellos lugares donde no eres nadie; donde eres uno más entre la masa, por eso lo virtual, la red, nuestras redes sociales son una imitación de nuestra realidad. En la realidad eres uno entre tantos, en lo virtual también lo eres.

Todo esto nos lleva a vivir en un presente absoluto donde no miramos nuestro futuro y miramos el pasado de manera crítica para interpretarlo. Ya no existen las motivaciones para el futuro de hace un siglo o de hace cuatro. Este presente viene marcado por un esteticismo y una exaltación del yo para intentar destacar entre nuestra realidad; nuestra virtualidad; nuestro lugar absoluto.

En definitiva, en esta post-modernidad parece que no hay sitio para la sublimación, o al menos aún no hemos logrado indentificarla.

lunes, 15 de junio de 2015

La condición y consecuencias de la sublimación humana. Primera parte.

Desde que el ser humano es consciente de que lo es, siempre ha buscado una forma de vivir segura, donde poder cobijarse y expandirse como animal en este mundo.
El ser humano necesita vivir bajo un techo y cuatro paredes. Si entendemos esta proposición genérica de una manera menos literal, se entiende este techo como lugar absoluto. Históricamente, el ser humano no puede vivir a la intemperie ni en este mundo ni en el “más allá”. Para ello se inventan estos lugares absolutos tales como el cielo, el paraíso, el infierno (técnicamente es un antítesis de lugar absoluto, aunque realmente lo es)…
Estos lugares absolutos surgen como sublimación del ser humano ante situaciones que no puede afrontar mediante su propia existencia. En esto se basa la historia occidental, en una serie de sublimaciones del propio ser humano contra el ser humano.
Estas sublimaciones conllevan grandes globalizaciones que afectan a la manera de pensar y de vivir de toda una sociedad. Si Esparta no hubiese vencido a Atenas, Sócrates no se hubiese sublimado debido a la situación represiva que vivía diciendo: “Si la polis no nos cobija, nos cobijará el cosmos”. Si Petrarca se hubiese acostad con doña Laura, la poesía seguramente no existiría como existe hoy día. Estos son ejemplos de sublimaciones trascendentales en nuestra historia. La cultura nace por sublimación.

Por cada sublimación o serie de sublimaciones existe, se crea o se modifica el lugar absoluto para todos los ámbitos. Para explicar esto es mejor recurrir a las mencionadas globalizaciones. El ejemplo de Sócrates y el cosmos daría lugar a una serie de acontecimientos que derivan en la primera globalización que se extendería hasta el Renacimiento. Es mucho tiempo para un periodo tan diverso, pero realmente fue la idea del cosmos lo que condicionó la cultura y el pensamiento hasta Petrarca y los renacentistas. Sublimar es racionalizar miserias tanto presentes como futuras.
Durante el periodo del Renacimiento y el Barroco se gestó la revolución del pensamiento de Kant y el auge germano en materia filosófica, política, literaria… Goethe, Schiller, Holderling, Novalis, Nietzsche… Esta sería la segunda gran globalización en nuestra historia mencionando los precedentes renacentistas y barrocos.
Todo pasó del cosmos al imaginario con Kant y esto llevó a muchos filósofos –Nietzsche, Schopenhauer- a terrenos críticos con aquello que habían abandonado llamando a todo lo anterior, en palabras de Nietzcshe, “la historia de un error”.

Con esto, el concepto de lugar absoluto cambia y pasa al propio ser humano. Pero el ser humano es un animal simbólico, por eso las grandes construcciones como catedrales o monumentos, obras literarias o la revolución industrial emergente durante esta segunda globalización, son parte del cambio en el pensar, y por lo tanto, cambio en el lugar absoluto. Se piensa que todo es un manifiesto de la conciencia o del espíritu.

jueves, 11 de junio de 2015

Contrarrevolución a la Revolución.

Opinión extraída tras leer el texto de Peter Sloterdijk "Última salida: indignación".

Actualmente la brecha entre la clase política y sus votantes es abismal. Hay una separación forzosa instada por la clase política para que el ciudadano de a pie no sienta preocupación por los sucesos políticos o simplemente sea algo más que comentar al comienzo del día. La estrategia de “pan y circo” actual dada por la llamada “cultura de masas” aleja más y más al gobernante del gobernado. Estos sucesos sociológicos de los que se aprovechan los políticos para seguir tomando decisiones sin contar con la opinión del pueblo, poco a poco se podría volver en su contra, o al menos eso dice Sloterdijk. Él dice que un ciudadano resignado sale caro y que uno indignado es imprevisible, y que por tanto, los mandatarios juegan en esta dualidad para seguir ellos disfrutando de las ventajas de no contar con los ciudadanos. Pues es en el hueco que deja esa dualidad, donde los ciudadanos pueden llegar a concienciarse del hecho que están siendo utilizados, que son meras herramientas del sistema post-democrático ideado, donde nace el ciudadano timótico. Ese ciudadano cansado y que es consciente de su situación y desea cambiarla. Pero, ¿podría ser este tipo de ciudadano parte de este sistema ideado? Mantener a un sector de la población en situación de ciudadanos timóticos. Alejarlos de los círculos de masas convencionales y adherirlos a otro círculo distinto. Podría ser el mismo perro con distinto collar. Utilizar la política a modo de “pan y circo”. Después del control ejercido sobre la población tras la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría en todas las esferas sociales, no parece tan descabellado.

En este proceso post-democrático se han dado casos de movimientos revolucionarios de dichos ciudadanos timóticos –en España el 15-M- que han acabado con representación política. Pero puede que este sistema sea conocedor de las llamadas fases post-republicanas o post-revolucionarias y las utilicen a su favor. Poniendo como ejemplo el caso de Podemos en España, es notable que el auge del partido se ha ido desinflando o más bien acomodando con respecto al sistema político del país. Ser uno más del sistema post-democrático. Quizá aún no está esclarecido, pero en mi opinión el proceso sigue en marcha y culminará con Podemos siendo uno más de la clase política.
Dicho esto, quiero referirme a que se está utilizando la propia política como círculo de masas para mantener al ciudadano timótico resultante de la indignación en un estado de “tranquilidad”, mantenerlo sereno y sin ideas revolucionarias; incluirlo en el sistema para que forme parte de él y no esté en contra de este. Simplemente una jugada más para seguir excluyendo al ciudadano de a pie para que todo según la clase política.

Sin tocar temas conspiranoicos, creo que todo está orquestado para frenar cualquier intento de revolución, ya sea armada o política. Se dan casos de ambas, por ejemplo la crisis de Ucrania o la victoria de la izquierda griega. Pero realmente todo acaba llevando a lo mismo; el sistema sigue sin cambiar tras la fase post-republicana y se debe a la visión post-moderna de la sociedad. No existen las motivaciones que existían hace un siglo o hace cuatro. Nuestra vivencia en un “presente absoluto” nos hace morder nuestra cola una y otra vez. Sloterdijk dice que nuestros gobernantes son más torpes que los césares romanos. Discrepo. Los romanos con su método de pan y circo lograron tener a la población distraída de la política. En cambio, nuestros gobernantes no solo utilizan los círculos de masas para desviar la atención del pueblo, sino que utilizan aquello de lo que quieren alejar al pueblo para precisamente eso, mantenerlo alejado. Y esto se debe a un solo motivo, a una sola pregunta; en esta sociedad post-moderna, ¿cuál sería nuestro motivo para sublimarnos?