jueves, 12 de noviembre de 2015

Comentario sobre "El Poema del Ser" de Parménides de Elea.

Nos encontramos ante un poema que comienza a modo de mito, solo que Parménides - a
diferencia de Homero o de Hesíodo- utiliza el logos. Las imágenes mostradas en el proemio son muy simbólicas. El yo poético se sitúa en un carro tirado por yeguas y guiado por Helíades. Es llevado a la puerta que conduce a los caminos del Día y de la Noche, y es la Justicia la que guarda dicha puerta. Este camino que recorre Parménides – el yo poético – es abundante en signos que equivalen a aquellas cosas que te permiten conocer. Las ruedas del carro se podrían considerar como los oídos, las Helíades que guían el carro como los ojos y las yeguas que lo empujan como el impulso al conocimiento. Una vez cruzada la puerta, una Diosa le enuncia que le va a dar a conocer la Verdad, ya que el camino que ha recorrido y que está a punto de recorrer está “apartado del sendero de los hombres”. Es en este punto donde Parménides pasa de ser el yo poético principal, a hablar y exponer la Verdad de labios de la Diosa mientras el yo poético principal simplemente escucha.

Con todo esto, Parménides comienza a exponer la idea principal del poema: “El ser es y el no ser no es”. El filósofo se basta de una metodología para explicar esta idea que para él es la única vía de la Verdad. Conoceremos este método de manos de la Diosa, la cual también expone –como veremos más adelante- qué características componen al ser y cómo podemos llegar a conocerlo.

(DK 28 B2) 1   Pues bien, te contaré - tú escucha y recuerda mi relato - cuáles son las únicas vías de investigación pensables: la primera, que es y que no es posible no ser, es la vía de la persuasión, pues sigue a la Verdad; 5   la otra, que no es y es necesariamente no ser, éste, te lo aseguro, es un sendero indiscernible; pues no podrías conocer lo no ente (es imposible) ni podrías expresarlo.  

Parménides comienza pues con su planteamiento y a qué vías se refiere. La primer señala que es necesaria la afirmación del Ser, que defiende lo que es que no puede no ser. “La vía de la Persuasión” conduce al conocimiento entre ser, pensar y decir, como indica el verso 41: “Pues lo mismo es pensar y ser”. La otra vía la enumera como contraposición a la única vía verdadera que acabamos de ver.

(DK 28 B 6) 1   Es necesario decir y pensar que lo ente es; pues es el ser, pero la nada no es. Te ordeno que consideres esto. Te aparto, pues, de esta primera vía de investigación, así como de aquélla por la que los mortales que nada saben 5   andan errantes, bicéfalos; pues la incapacidad en su pecho guía el pensamiento vacilante; son arrastrados, como sordos y ciegos, estupefactos, gentes sin juicio, para las que el ser y el no ser son considerados como lo mismo y no lo mismo y el camino de todo marcha en direcciones opuestas.  

Parménides adopta – en palabras de la Diosa – una postura imperiosa. Este lenguaje abunda a lo largo del poema por lo que vemos en esta imperiosidad, parte de la personalidad megalómana del griego. Como indicamos al comienzo, el camino que sigue Parménides está separado del camino de los hombres haciendo referencia a que él –su vía de la Verdad- es el verdadero camino. Nuevamente enuncia esta diferencia señalando una vía errónea para aquellos que consideran al mismo tiempo el Ser y el no Ser. Con esto, el filósofo señala dos cosas. La primera es una fuerte crítica a los pitagóricos, llamándolos bicéfalos o que andan errantes – refiriéndose al mito órfico -. La segunda conlleva la utilización de la lógica y la deducción. Vemos por primera vez el Principio de No Contradicción. Para Parménides pensar es la actividad y el puente por el cual el hombre percibe y dice lo que es, ya que lo que no es no puede ser ni pensado ni nombrado. Acusa a los mortales de dejarse engañar por los sentidos y de no razonar. Dice que “son arrastrados, como sordos y ciegos, estupefactos, gentes sin juicio, para que el ser y el no ser son considerados como lo mismo y no lo mismo…”. En este sentido, Parménides hace referencia a los adjetivos similares que usa Heráclito – sordos y ciegos-  en cuanto a aquellos hombres que no razonan y se dejan llevar por las apariencias. Entonces el concepto pensar para Parménides se puede asemejar a lo que siglos después dictará Descartes, aunque el griego no hace referencia a la actividad de la conciencia frente a la de los sentidos como decía el francés. La consideración de Parménides en este sentido es que – si se me permite el término – su arkhé es el Ser. No hay que considerar qué son las cosas sino que hay que considerar si son. Debemos saber si son o no son  para más tarde saber qué es.

(DK 28 B 8) 1 Un solo discurso como vía queda: es.  

El resultado de todo este planteamiento no es más que uno; no es más que una única vía. La verdad es pues, el Ser; pensar y decir el Ser demuestra que el Ser es. El único camino para conocer lo que es, es el pensar.

Una vez Parménides ha enunciado cuál es la metodología a seguir para conocer el Ser, - y por tanto la verdadera vía de la Verdad – continúa explicando cuáles son las características principales del Ser.   El ser de Parménides es ingénito e imperecedero; imperturbable y perfecto. Nunca ha nacido ni ha muerto, ya que eso sería no ser y el ser siempre es. Parménides no acepta ninguna variación en su planteamiento en cuanto a concepción y forma del Ser. Atribuye al Ser una forma esférica pero no para señalar barreras o límites, sino como concepto de algo perfecto y compacto. El Ser es continuo y es el todo. Siempre lo es. Es inmóvil e inmutable. Este último aspecto es uno de los más discutidos sobre cómo es el Ser. Con estas características citadas, el filósofo niega cualquier intento de movilidad en el Ser. Para esto utiliza la metáfora de las cadenas; “Pero tampoco permitirá la fuerza de la creencia que de lo no ente nazca algo a su lado. Por ello ni que se engendre ni que perezca permite la justicia aflojando las cadenas, sino que las mantiene firmes”.
También se ve en esta parte del poema una crítica a los pitagóricos. Parménides afirma que el Ser es lo uno; que el Ser es todo. No se le puede añadir ni quitar nada, en contraposición con la Tetraktis pitagórica y el paso desde el número hasta las cosas y la fundación del concepto de cosmos.
La última parte del poema y tras la exposición mediante la Diosa, de la vía verdadera de la Verdad y su metodología ; y tras las características del ser, ahora nos muestra “las opiniones de los mortales”.
Como ya hemos visto, el carácter megalómano de Parménides que ha reflejado en la Diosa lleva a este a casi menospreciar el pensamiento de aquellos hombres que son errantes y bicéfalos. Para él, los hombres son incapaces de comprender el Ser. Ponen nombres a las cosas arbitrariamente y conciben al no Ser y al Ser por igual – como vimos antes desechó esto mediante la lógica más estricta y aplicando el Principio de No Contradicción-. Por eso cree que solo son opiniones en el sentido tajante de la palabra. Son opiniones pero no es la verdadera vía de la Verdad. Son palabras y conceptos para designar la realidad ya que comprenden el Ser y el no Ser al mismo tiempo errando pues en la nomenclatura que ellos dan al mundo.
Del poema nos falta el final perteneciente a “las opiniones de los mortales”  pero dejó clara la idea del Ser mediante lo que hemos conservado. Parménides ha sido un antes y un después en la filosofía presocrática y en la filosofía griega en general. Tras él, los filósofos atomistas proporcionarán matices al Ser de Parménides pero siempre tendrán como punto de partida “el Ser es y el no Ser no es”.

A propósito del último verso, queda patente su megalomanía y su concepto didáctico sobre el Ser y los hombres. La Diosa acaba de exponer la Verdad y señala que se la ofrece al yo poético inicial, pero sin duda se refiere al lector, al hombre, al mortal.

Parménides le ofrece toda la Verdad para que deje de Ser un errante o un bicéfalo, aunque – y esto lo sabía bien Parménides sobre los hombres- , no se puede dejar de Ser, porque el no Ser, no es.

Breve valoración personal. 

Si algo hay que me gusta de Parménides es lo tajante que es. Por supuesto, sus explicaciones acerca del Ser y el no Ser son extraordinarias y están esculpidas con mucha pulcritud.
La utilización de la lógica – y por tanto queda fuera el lenguaje común – es impecable. Aunque desgraciadamente es la parte de la que menos conocemos, “las opiniones de los mortales” me parece que podría haber sido un primer acercamiento a la distinción entre lógica y lenguaje – dicha distinción ya se produce aunque muy escuetamente- . Aunque Parménides no habla de un lenguaje lógico, formal y veraz – como el propuesto por Wittgenstein – sí que vemos ciertos paralelismos de carácter lógico. Me refiero sobre todo a la hora de escribir. Parece que entre Parménides y Wittgenstein existe una conexión en cuanto a la hora de escribir se refiere; ambos tenían ese carácter megalómano en su filosofía, y creo que se debe a la utilización de la lógica como principal fuente argumentativa. Salvando la distancia y los siglos, el apartado sobre la nomenclatura que los hombres dan a las cosas y por tanto a la realidad me parece fascinante. Y el cómo mediante el Ser – y en esto sí que se parece a Wittgenstein- coloca un cerco sobre qué cosas podemos hablar y sobre qué cosas no. Sin duda nos quedaremos con las ganas de saber qué más nos tenía que decir Parménides acerca de las opiniones de los mortales.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Nocturna (perteneciente a "Lo que no dijo Rimbaud").

He arrancado muchos papeles, los he arrojado lejos y ninguno me ha sido devuelto.  Papeles que contenían grandes epopeyas sobre algo que yo valoraba y que tan pronto como vino, se fue. Todas las razones encriptadas de cada trazo se adhieren como sucias sanguijuelas en un río vacío. Un río con cada vez menos agua. Pienso en esto casi a todas horas.
Mi mente navega rápida pero mi cuerpo permanece estático. En ocasiones, una vez entra la madrugada por la ventana,  mi mente ha ido tan rápido que se ha vuelto anciana. Piensa con más claridad y nostalgia. Mi cuerpo solo fuma otro cigarro, reproduce esa canción de nuevo o se regodea del descanso. Es mi cuerpo el que arranca los papeles y los arroja lejos. Mi mente ordena que lo haga porque en la noche es vetusta y cree que ha sido suficiente por hoy; que mañana volveremos a nacer con todo lo inevitable del día anterior. Yo quedo fuera de todo esto ya que ambas cosas sufren por mi culpa. Que por mi culpa una muere cada noche y la otra parece no entender la muerte. Luego sueño pesadillas y al despertar, mi cuerpo y mi mente me han castigado. A la mente por matarla la noche anterior y al cuerpo por maltratarlo con placeres inútiles. Por aquel recuerdo que sobraba; por aquel cigarro de más.

Todo esto no me vale de nada porque no soy dueño de los acontecimientos. Todo esto no vale de nada porque soy enamoradizo. Encarno lo peor que una persona puede llegar a ser para sí.
Pero soy enamoradizo. Me enamoro de aquel río rosado; de aquel puente de hierro; de aquella mujer que me hizo feliz; de aquel hombre que escribía aquello de “Bendito el corazón que se puede doblar porque nunca se romperá”. Me enamoro de todo menos de mí.

Por miedo a no querer nada, no me quiero a mí. Tengo miedo a mis ángeles. Tengo miedo a mis cárceles. He amado y me he sentido amado. Sé que me han querido y sé lo que quiero.
Pero de nada sirve si cada noche mi mente se vuelve anciana y nostálgica. De nada sirve si mi cuerpo sufre por la muerte de mi mente. Mi cuerpo es mío. De eso estoy seguro.


Y es por eso por lo que no estoy enamorado ni de una cosa ni de la otra…

domingo, 1 de noviembre de 2015

Dioses y lágrimas (Aquello por lo que llorar) (perteneciente a "Lo que no dijo Rimbaud").

Que los cuidados angostos siembren en la finura de tu esbeltez tal dominio, que las fauces más feroces sean incapaces de hincar el diente. La pobreza del alma precede a la pobreza que engendra dioses. Esos que rigen nuestras vidas incluso cuando dormimos. Aquellos que beben nuestras lágrimas y las vomitan como esputos sobre nuestros rostros.
Ahora que el control de aquellos cuidados que te atormentan la cara ha llegado a su fin; da la bienvenida a un nuevo mundo donde platicar contigo se torne algo irrespetuoso y malicioso.
¡Veremos a ver cuánto tardas en hacer bajar a los dioses a por tus lágrimas! La predisposición es la misma. Pienso que cada palabra es media lágrima o una lágrima dulce.
Llamémoslos pues y que nos dejen secos y marchitos. Porque es eso lo que estás consiguiendo. No vamos a ningún sitio ya que el maldito camino está inundado.

La pobreza del alma precede a la pobreza que engendra dioses.
Y tú has conseguido que los dioses hayan muerto ahogados…