viernes, 13 de febrero de 2015

Niebla, Tinta y Tiempo.

Desde lo alto de un bolígrafo.
Desde la vista cansada de un poeta
se contempla en su esplendor -bueno o malo-
la niebla sobre un parque verde.

La desvergüenza de contar un beso,
desvergüenza de contar un cuento áspero,
ese cuento sucedido una vez y recreado mil veces
por cortinas de hierba blanca -por eso de la niebla-.

Mantengamos una distancia elegante, Tiempo,
y oblígame a bajar de mi péndola o a arreglarme la vista.
Tiempo es lo que pasó y no lo que continúa.
Avanzar entre la niebla y sentir el frescor del pasado;

respirarlo, morir en cada bocanada, arrojarme
desde la punta ahora sin tinta de este cálamo
y traspasar la niebla para volver a caer
en el esplendor de aquel parque verde.

jueves, 5 de febrero de 2015

El viajero.

El viajero de sombrero ancho,
de vaso hondo y mirada turbia.
Pasos de gigante, huellas de titán
y poderoso semblante que acuña
suspiros por cada paso que da.

Hunde el vaso en un río bravo.
Bebe de él -no del vaso, sino del río- y lo hace suyo.
Aprovecha la lluvia y el amor de una dama
que solo le escucha hablar sobre un hondo vaso
y un río peligroso acostado en el suelo raso.

No le preocupa el viaje al viajero.
Solo escucha el tren del próximo trayecto llegar,
vuelta a lo mismo y un candil se apaga en un vagón vacío.

Aún guarda un poco de ese río.
Guarda un poco de cada río que ha visto y saboreado.
Ríos que ha hecho suyos... solo por si acaso.