miércoles, 6 de diciembre de 2017

¿...?


Confío a hurtadillas en el destino.
A hurtos menores del alma que ya se saben.
O alguien lo sabe. ¿Quién sabe?
Nadie conoce sus cenizas.
Nadie salvo uno, o dos, o tres como mucho.
Incluso un panteón entero.
Incluso alguna amapola.
Nadie conoce sus miedos.
Realmente no. Juicios al por menor.
Dictaduras corrompidas en suerte. En alegría, fachada.
Por el alcohol que bebí cuando hombre prófugo de sí.
Entre comillas y punto y comas; lecciones de vida.
Que la consecuencia sea ley por siempre. Lo que importe.
Nadie te conoce salvo yo, que soy poeta.
Y los poetas se hacen de leer, que no de entender.
Entender entiende el que sabe leer.
Seamos claros en el bosque o agujeros negros.
Emitamos amor como en la noche de los cristales podridos.
Nadie salvo yo, tú, alguien. Quién sea.

¿Quién sabe?