Está cruzando la calle y unos cuantos restaurantes. Siempre me llama la atención el comedero búlgaro, rumano, eso rezan los carteles.
Busco un banco libre con sombra, esto último indispensable.
A veces está el señor de Plasencia que siempre me pide de fumar.
Normalmente algo le doy y me da las gracias. No es muy hablador, esto está bien.
Debe saber que mi gesto es caritativo y penoso al mismo tiempo.
No se sienta a mi lado pues sería incómodo, pero me mira y asiente y sonríe y bebe del litro de Argus.
Yo me acabo lo que llevo encima
me levanto y marcho al piso
a ver si se ha despertado ya la dona.
A veces, bajo y el parque está vacío. Ahí es cuando disfruto. Leo a gusto y fumo a gusto
y no hay placentino que valga. Suelen pasar muchos perros con sus dueños bien atados.
Llegan
hacen lo suyo,
se van.
Algunos lo dejan,
otros no.
Yo me acabo el capítulo y lo que llevo encima,
quizá me enciendo un cigarro, sólo porque se está bien.
Me levanto, marcho al piso
y ahora suena música al abrir la puerta del piso.
No Vacation - Yam Yam.