domingo, 17 de septiembre de 2017

Humareda.

Si cae que caiga. Que siga su camino. Sus angustias.
Se consume como un pulmón que recibe penas.
Se consume como tu nariz junto a su olfato.

Si se desploma es por la fuerza del índice invasor.
Caldeante su vida se detiene frente al cristal, a su ataúd.
A su fosa común.

Y allí permanece en trincheras de alegrías o bajo el césped cortante.
Se desvía flamante, casi elegante, sin encontrar cima.
Sin encontrar un punto de partida...